Sobre los Fashion Films

Podrían citarse a los hermanos Lumiere y su Danse Serpentine (1896) como los que plantaron la semilla de las que hace más de una década surgieron como producciones audiovisuales cinematográficas de menos de veinte minutos de duración que evidencian libertad creativa, búsqueda experimental así como también sensaciones y emociones.
 Los ya conocidos Fashion Films llegaron para quedarse y cada vez con más difusión gracias a su soporte oficial: las redes sociales. Aquel baile de la danza serpentina donde la protagonista llevaba un vestido mariposa que iba cambiando del amarillo al violeta, pasando por el naranja, el verde y el azul gracias a la coloración que los Lumiere le efectuaron cuadro sobre cuadro, pudo haber servido de inspiración a la hora de crear por medio de la imagen y ahora el sonido, los cortometrajes que inundan no sólo los canales de moda como Showstudio o Nowness, sino Youtube y que sirven para, entre otras cosas, construir artísticamente el concepto de alguna marca de diseño de indumentaria.  
Zambullirse en el mundillo de los Fashion Films es como abrir una de las tantas puertas de Alicia en el país de las maravillas. En una pueden aparecer los universos de reconocidos directores de cine como Roman Polansky, Wes Anderson, Sofia Coppola o Lucrecia Martel. En otra, nos sorprenden historias de amor contadas en apenas tres o cinco minutos narradas en blanco y negro o en slow motion. Una tercera puerta nos adentra en las publicidades de moda camufladas como piezas artísticas. Infinidad de cortos aparecen apenas se escribe Fashion Film en el buscador de Youtube. Es difícil poder delinear exactamente las características del género, ya que mantiene similitudes con el consagrado corto cinematográfico y a la vez con las producciones publicitarias. Sin embargo, con el crecimiento abismal que han tenido en los últimos años gracias a la propagación de las redes sociales y a la creciente instantaneidad de los tiempos modernos, estos videos ya participan de festivales exclusivos en distintas partes del mundo, como Berlín, Milán, París, Portugal o Madrid.
En Buenos Aires recién este año se creó el Baifff (Buenos Aires International Fashion Film Festival). Su director, el venezolano Wilmer Williams, retoma al ya fallecido crítico de cine Robert Ebert y al director del London Fashion Academy, Andy Lee, para enmarcar lo que podría ser una definición de Fashion Film. Por un lado, Ebert hablaba del cine como la maquinaria de empatía más poderosa de todas las artes. Por el otro, Lee explica la moda como la práctica histórica y cultural que expresa los cambios sociales a través de diferentes diseñadores. Conjugando dichos conceptos, Williams avanza diciendo que el Fashion Film es la unión entre la emoción transmitida en el cine y la práctica cultural comisionado por la brutal industria de la moda. La realidad es que los Fashion Films habilitan un sinfín de opciones tanto culturales, si están más relacionados con la impronta creativa y experimental, como de difusión si se lo menciona exclusivamente como un dispositivo que permite la comercialización de un producto en particular.
Si bien hay mucho de publicitario en los cortos de moda de la actualidad, también hay de lo artístico. Ejemplos de ello podrían ser las variadas producciones de Prada. Los cineastas que fueron parte igualan la cantidad de temporadas que se lanzaron desde el 2005 hasta hoy. Por medio de distintas historias construyeron universos que surgen como muestra de que los sentimientos y emociones provocados en cualquier cortometraje aparecen también en ocasión de mostrar la esencia de una diseñadora de indumentaria. El binomio cine-moda es una realidad difícil de ignorar. Los famosos nombres que firman cada producción facilitan la comprensión de algún reacio a aceptar la complicidad entre un mundo y el otro.
El primer ejemplo son los tres episodios dirigidos por Wes Anderson y protagonizados por Léa Seydoux en Candy (2013). En más de tres minutos de duración la marca aparece solamente como si fuese la productora del film, al principio de la proyección. El título viene a continuación y luego se desplega el universo andersoniano que encierra su aire lúdico y el ensueño de París, repleto de colores en la gama de los rosas pasteles, con globos, tortas y música francesa que acompañan a una adolescente caprichosa que no puede elegir entre dos hombres que pelean por su amor y decide conformar una pareja de a tres. Lo que se describe es la historia de la joven que transita su vida engalanada por esos dos hombres y los sabotajes que se propinan entre ellos. En ningún momento del relato se ve el producto a vender: el perfume Candy. Por último aparece la placa con la descripción de los participantes en la producción.
Apenas dos años antes de Candy, Miuccia Prada convocaba a Lucrecia Martel para la creación de Muta, el corto surrealista donde por medio de imágenes de mujeres-pájaros que se deslizaban en un barco abandonado mostraba las prendas de la colección de Miu Miu. En esta misma ocasión la marca sólo aparecía como productora en una placa al principio que leía: Miu Miu presents. Luego el título y el nombre de la directora. Le seguían 6 minutos de proyección donde la música, como todos los films de Martel, era significativamente uno de los motores de la narración, acompañada por una luz de día gastada gestando una sensación de extrañamiento que no se develaría hasta el final del mismo. Las protagonistas en sincronía iban y venían vestidas de Prada de pies a cabeza.
Un tercer ejemplo de la simbiosis engendrada entre esos dos universos podría ser el fashion film realizado por James Lima, director hollywoodense que trabajó con Cameron y Spielberg, al año de Muta. Este film plagado de hipertextos se desarrolla enteramente en una gasolinera inspirada en los años ´50, donde en su momento las mujeres apenas las pisaban. Un sinfín de guiños al cine o a las series que plasman esa época, como la elegancia de las mujeres cual Betty Draper en Mad Men, o la sensualidad de las modelos publicitarias  pin-up, como Betty Page o Marilyn Monroe  son resignificadas en cada una de las modelos envueltas en Prada. A su vez, el universo varonil de los talleres de auto y gasolineras como se plasman en Grease, también queda en evidencia en detalles como los zapatos adornados con llamas de cuero en amarillo y rojo.  Lima reubica a la mujer en esos universos masculinos, típicamente arquetípicos que el cine retomó en infinitas ocasiones para plasmar los conceptos o las ideas de los realizadores.

En el caso de los Fashion Films, las ideas que se moldean son las de diseñadores de indumentaria, que buscan experimentar en este “nuevo” soporte que les permite apelar a millones de personas que día a día se comunican a través de internet. La similitud a la hora de plasmar un concepto o una idea se mimetiza entre ambos mundos. Una vez más, la moda de indumentaria se emparenta con las prácticas artísticas. A principio de siglo Salvador Dalí creaba colecciones para la célebre diseñadora de moda ya fallecida Elsa Schiaparelli, luego Andy Warhol ilustraba tapas para una de las revistas de moda más legendaria: Vogue. Ahora, cineastas de reconocida talla crean cortos para mostrar una marca y muchas veces son ellos mismos los que conciben una idea y buscan a la marca para poder llevarla a cabo. El cruce entre sendos universos toma lugar una vez más en la historia. 

Foto: VAMFF 

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