La moda pide permiso en los museos



Pareciera que la moda de indumentaria pasa por los museos y apenas es registrada. ¿Es que acaso ver un vestido colgado en una sala de exhibición que no sea una vidriera o una pasarela es algo cotidiano o natural? ¿Está ya legitimado el binomio arte-moda? ¿O simplemente todavía no se le da el crédito y apenas se la deja jugar a ser arte por unos días? En esta oportunidad la muestra que se realizó en agosto de 2015 corresponde al premio MAD entregado por la AAMNAD (Asociación Amigos del Museo Nacional de Arte Decorativo).  El mismo reconoce la labor de distintos diseñadores de indumentaria emergentes y el rol que ocupa dicha disciplina dentro del campo artístico. Algo que suele ocupar capítulos en libros de moda o ensayos artísticos, pero todavía no se le reconoce su valor dentro de la masiva industria cultural. 

Desde hace una década o más, la tendencia de mostrar colecciones de moda de reconocidos diseñadores en museos crece día a día. Pasa en Argentina como en otras partes del mundo. Pero a veces es eso sólo, un homenaje o algún aniversario o como en esta oportunidad, un premio.  Si bien el Museo Nacional de Arte Decorativo es recurrente en la temática, las críticas al respecto apenas lo mencionan como un acontecimiento más y no problematizan acerca de las infinitas aristas que de ese suceso se podrían desprender. O por lo menos eso se lee en las críticas que trataron el tema: Página 12 y La Nación En lo que respecta a los medios online, pocos se hicieron eco de dicha muestra y los que lo levantaron, como Mundo Flaneur o Musa Argentina  le dedicaron apenas unas líneas de agenda.
La nota de Mundo Flaneur no está firmada y como su título lo indica, se habla de un nuevo concurso para diseñadores de indumentaria. Funciona como una tímida invitación a asistir a un evento más de la grilla porteña. La información de la muestra está completa, figuran el lugar, los días, los horarios y especifica la composición del jurado. Si bien se mencionan a los patrocinadores de los nuevos talentos, distinguidos diseñadores de la escena nacional, a los concursantes no se los nombran en ningún momento. Teniendo en cuenta que es una nota que anticipa lo que sucederá en el Museo, ya que es escrita con anterioridad a la fecha de inauguración, ninguna reflexión al respecto es tenida en cuenta.  
La nota de La Nación, aporta un carácter descriptivo del evento en cuestión. Su copete lo sentencia como imperdible. Apela a la gran impronta de los trabajos expuestos y a la posibilidad de ser parte del potencial del diseño local. Así mismo no sólo menciona los datos rigurosos de dónde y cuándo, sino que también nombra a los jurados y patrocinadores, como a la curadora y a cada uno de los participantes. Describe el work-in-progress de los finalistas, el modo de confección de las prendas y los motivos que llevaron a cada uno, en comunión con el diseñador-patrocinador,  a crear las bellísimas piezas que ocupan un lugar en el suntuoso salón del museo.
El caso de la de Mondo Fishion de Página 12 es apenas un poco distinto del anterior, o por lo menos más extenso.  Detalla a cada uno de los protagonistas y aprovecha para especificar con mayor exactitud los universos creativos de cada proyecto. Asimismo, cita brevemente la biografía de los participantes que combina con declaraciones de la curadora Vicky Salías. De este modo, no sólo provee la información necesaria para entender la naturaleza del premio, sino que también lo jerarquiza al mencionar la devolución crítica que darán la socióloga Susana Saulquin, el director del Mad y el presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes, entre otros.
Sin embargo, la periodista especializada en moda poco lugar le da a la actualidad de la indumentaria y el arte.  Apenas se menciona su lugar en el Museo Nacional de Arte Decorativo y la implicancia que esto proporciona dentro de la industria cultural. Del mismo modo, ninguna de las otras críticas se corre de su misión informativa y de difusión. Analizando sus títulos y copetes, exceptuando a Mundo Flaneur, la nota de Página 12 y la de La Nación como también la de Musa Argentina apuestan a una mirada que no se encuentra en sus respectivos desarrollos, donde sólo se lee un diálogo con la muestra en sí y con sus características más relevantes.
En el caso de Página 12, su título "Las nuevas olas", podría referirse al diseño de indumentaria en el museo. Sin embargo, esa temática se evapora en cada línea siguiente, donde priman los nombres de los diseñadores emergentes y de sus patrocinadores, como pueden ser Benito Fernandez, Fabián Zita, Martín Churba, Laura Valenzuela y Marcelo Senra, entre otros. La de La Nación no se queda atrás y figura en su título "El arte de diseñar". Del diseño mucho, pero del arte, nada. Se agota en enumerar a los protagonistas y sus temáticas. Nada se menciona de la problemática tematizada por la dupla Churba-Pulo acerca de transformar los desechos en materias primas, algo recurrente en las artes plásticas, o el de la pareja Gasea-Foschia que incursionó en la tendencia del estilo deportivo en comunión con la ambicionada alta costura. Tampoco se le da lugar a la condición aurática de cada una de las piezas del grupo Valenzuela-Gomez Kempel.

Por un lado, todas las críticas son efectivas en su objetivo de difusión y de dar un lejano pantallazo sobre la muestra de vestidos de moda de reconocidos diseñadores. Pero sólo eso. Ninguna abrió el juego hacia una posible historicidad del diseño de indumentaria en museos, ni puso en serie dicha situación con otras ciudades del mundo. Tampoco describieron la distribución de cada pieza dentro del salón principal del museo que ameritaba no sólo una mención a la curaduría, sino adentrarse en las problemáticas del diseño de indumentaria mundial actual y su puja por un cambio más radical que el mero hecho de marcar tendencias cada dos años.

Foto: Infobae

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