Recuperando textos sobre las tapas de revistas Vogue y Harper´s Bazaar

Arte en la Moda

Atendiendo a las reglas normativas del dispositivo tapa de revista y retomando a Traversa en su artículo Acerca de la tapa del semanario como dispositivo, se debe apuntar a un análisis a partir de las propiedades presentes en la textualidad de la misma, bajo qué cualidades se produce, de qué modo condiciona sus funcionamientos sociales y bajo qué coordenadas espaciales, temporales e inter-subjetivas se sitúa dicha portada.
La realidad es que a pesar de que el logo presente en dicho dispositivo suele aparecer casi sine qua non, no es eso lo único que visibiliza la identidad de la revista.

La identidad de las revistas Vogue y Harper´s Bazaar queda impregnada a través de los tiempos. No sólo por tratarse reconocidamente de los medios de moda más destacados de los últimos cien años, sino por poseer una estructura y un estilo vanguardistas. David Hockney en el prefacio del libro Fashion Drawing in Vogue, relata de qué forma la revista funcionaba a modo de comitentes que contrataban a artistas, como fueron Picasso, Dalí, Cassandre, Benito o Miró, para que ellos desarrollaran las gráficas de las tapas de acuerdo al estilo de cada uno, generalmente el reinante de la época.

A lo largo del tiempo, la moda de indumentaria fue atravesando y reflejando sus cambios al igual que las artes visuales. Las revistas de moda lo hicieron en toda su extensión. Las posibilidades decorativas del cubismo, constructivismo o el de la Bauhaus fueron revelándose tanto en los bastidores como en la indumentaria. Sus ángulos bien definidos, las líneas rectas y las figuras geométricas estallaron durante la década del ‘20 en sendas disciplinas. Los artistas modernos que, según Lunn en El modernismo en una perspectiva comparada, se caracterizaban por ocuparse a menudo de los medios y materiales con los que trabajaban, los procesos mismos de la creación de su actividad, los editores de las revistas de moda, además de influir directamente y como nadie en las tendencias de indumentaria, también dominaban lo relacionado a la discursividad de sus portadas.

En el caso de las tapas de revista de Vogue y Harpe´s Bazaar, los rasgos estilísticos que son percibidos a simple vista son además de atractivos e hipnóticos, artísticos. No sólo por la firma de los consagrados pintores de ese momento, sino por las técnicas, los usos y las costumbres de las artes visuales que son replicadas en cada edición. En todas las tapas figuran los nombres de las revistas con el logo de cada una de ellas mimetizado con la estilística elegido para la ocasión. Por ejemplo, en las tapas surrealistas realizadas por Dalí, donde el logo característico se encuentra fusionado tanto a los colores como al estilo de composición.

Esas mismas portadas surrealistas escapan al intento antiguo de hacer del arte un mero reflejo de la realidad. Evocan al modernismo bajo la línea de enfatizar la construcción de autoreferencia en vez de ser el espejo de la sociedad. Edifican el momento por medio de la construcción de un universo onírico, irreal, artificial, compuesto de yuxtaposiciones, simultaneidad y montaje en sus objetos. La gráfica de moda necesita de esa influencia artística para poder visibilizar lo que en su indumentaria también surgía de modo paralelo.

El uso del color es tan llamativo como sus mismos pigmentos. Lunn mencionaba que los artistas modernos hacen de la función evocativa un tema recurrente. Esto es indiscutible a la hora de analizar las portadas: en todas, el trabajo del color es prioritario. Las paletas van desde los tonos más fríos hasta los más cálidos, resaltando cada línea y cada forma del dibujo. De hecho, una de las tapas de Vogue consiste sólo en enunciar su nombre con un fondo el azul. Nada más que el color puro. Es que el estilo abstracto también fue reflejado por la moda y no podía quedar afuera de uno de los soportes más efectivos a la hora de marcar tendencia.

Tanto Vogue como Haper´s Bazaar fueron testigos de todas las vanguardias del siglo XX: cubismo, surrealismo, futurismo, art-decó, constructivismo, entre otros. Todos los artistas que fueron parte de las mismas, como así también los fotógrafos e ilustradores  de moda, esbozaron al principal referente de la moda: la mujer. Su cuerpo fue retomado infinidad de veces desde distintas perspectivas. No siempre de cuerpo entero: generalmente usaron el retrato como la forma más efectiva. Pero muchas veces también se apeló al recurso de sinécdoque para jugar con las infinitas posibilidades de surrealismo posible. En la tapa de Harper´s Bazaar de 1938, sobre un fondo naranja, se aprecia en primer plano nada más que un ojo llamativamente maquillado que representa la figura femenina.


Dalí en varias ediciones de Vogue, plasmó su desierto surrealista siempre tomando como eje a la mujer y a sus accesorios. Es llamativo el realismo de cada uno de los objetos embebidos en un fondo surrealista, otorgando un aire aventurero y sofisticado a la vez. Del mismo modo, Chirico  relató por medio de su trazo los escenarios femeninos: camarines, habitaciones, cambiadores. Todos detalladamente graficados con la misma característica surrealista de situarlos en fondos irreales. Queda claro que la interpretación del cuerpo o del universo femenino enmarcado en la moda de indumentaria, más allá del carácter onírico o psicologista, fue una situación corriente.

Con respecto al cubismo, sus rasgos más significativos, como son la dislocación del cuerpo, los ángulos definidamente marcados, las mutaciones del cuerpo situadas en lugares poco anticipados, quedaron impresos en varias portadas. La tapa de Vogue de mayo de 1926 responde a estos lineamientos a la perfección. Todos estos detalles contribuyeron indudablemente a modificar las preferencias de las gráficas de moda. Le otorgaron la libertad que estaba necesitando. Eso que antes no existía, donde todo era fotografía o figurines.

En suma, las técnicas como la acuarela o el dibujo a mano alzada forman parte de la composición de las gráficas. La tapa de Vogue de mayo de 1935 las conjuga extraordinariamente. Los géneros pictóricos como el retrato, la naturaleza muerta y los desnudos no se quedan afuera de dicha selección. De una manera u otra, las prácticas artísticas son figuradas a través de la indumentaria para resignificarlas, en este caso, configurando el discurso de la Moda como un conjunto de signos y discursos que ejemplifican, a cada paso, el vínculo entre arte y moda.


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