En búsqueda de la belleza natural

 

Por Mariana Rucci


Quien alguna vez tuvo la posibilidad de ver en persona las obras de Ron Mueck sabrá entender porque resulta casi imposible ignorarlas. Su trabajo con esculturas hiperrealistas, que distorsionan la escala real de lo representado, afecta la sensibilidad de los espectadores de las formas más diversas; sus inquietantes obras nunca pasan desapercibidas
, generando en el público una mezcla de fascinación y rechazo.

Mueck nace en 1958 en la ciudad de Melbourne Australia, es hijo de un matrimonio de inmigrantes alemanes. Alrededor del año 1982 decide radicarse en Inglaterra, donde desarrolla su carrera profesional, actualmente tiene su estudio en el norte de la ciudad de Londres. Este artista es autodidacta, no posee formación académica en Bellas Artes, aprendió trabajando como los viejos artistas-artesanos del renacimiento. Antes de ser reconocido por sus esculturas, se dedico durante veinte años a los efectos especiales para el cine -incluso trabajo en el mítico film Labyrinth, con David Bowie-, también creo su propia compañía de utilería y animatronics para televisión y publicidad.

Pero al artesano no le alcanza con producir muñecos y estatuillas para la industria de la TV, el cine y la publicidad. Por eso decide colaborar con su suegra Paula Rego produciendo pequeñas figuras humanas para una obra en conjunto, que se expone en la Galería Hayward de Londres, en 1996. Se podría decir que su ingreso en el circuito del arte fue de la mano de Charles Saatchi, quien al conocer su trabajo comenzó a coleccionar obras de Mueck. En 1997 Saatchi lo invita a ser parte de la legendaria exhibición Sensation de la Royal Academy de Londres, en la que también participa el colectivo de artistas Yung British Artist. En concordancia con el espíritu de la muestra Mueck presenta su obra Dead Dad: una escultura hiperrealista del cuerpo muerto de su padre, que es dos tercios mas pequeña respecto de la escala natural, lo muestra desnudo y acostado sobre una tarima (es la única pieza en la que el artista utiliza su propio cabello para la confección).

La enorme polémica que genera la muestra Sensation -resumida por un crítico como realismo con venganza- y lo novedoso de las obras de Mueck se conjugan para que su popularidad aumente exponencialmente. De hecho en el año 2000 se convierte en el primer Artista asociado de la National Gallery de Londres (trabajando allí hasta 2002). Al año siguiente, es invitado a participar en la Bienal de Venecia, expone en el Arsenale su obra Boy: una escultura de cinco metros de alto de un niño agazapado, que solo viste pantalones cortos de color verde. Confeccionada en poliéster, resinas y silicona, ya había sido expuesta en 1999 en el Millenium Dome.

Es posible sumar algunos paralelismos más entre la práctica artística de Mueck y el movimiento renacentista. Ambos entienden el arte como imitación de la naturaleza, se busca lograr representaciones que sean lo más verosímiles posible. Así mismo, las temáticas que Mueck aborda en sus obras son reminiscencias de las temáticas renacentistas: la figura femenina (Ghost, Mask III, Woman with sticks), la maternidad (Pregnant woman, Mother and child, Woman with shopping) y el cuerpo desnudo (Dead Dad, Big Man, Wild Man, Man in a boat). Sin embargo, Mueck va más allá del mero facsímil, el juego de distorsión que realiza con la escala natural da como resultado figuras que crean una tensión singular entre lo real y lo fantasmagórico; las esculturas son tan realistas: la piel, las arrugas, el pelo, las uñas, los ojos, la ropa, están tan bien logradas que parecen estar vivas, solo les falta comenzar a respirar. Este hiperrealismo extremo es la causa de la fascinación que producen sus perturbadoras obras.

La manera en la que Mueck encara su trabajo es casi devocional, su máxima premisa es dedicar el mayor tiempo posible a cada una de sus piezas, siendo meticuloso y prestando atención a todos los detalles, incluso los más ínfimos como los poros de la piel, las venas, o el bello púbico. Reticente a los contactos con la prensa, trabaja casi en soledad en su estudio de Londres, utilizando materiales clásicos como el barro y los acrílicos, que combina con otros novedosos como la silicona, el poliéster, las resinas y la fibra de vidrio. Sus años de trabajo como artesano no fueron en vano, se condensan en el realismo que obtienen sus representaciones.

Continuando con el análisis de sus obras, se observa que por lo general Mueck decide interpretar figuras humanas que transitan por los momentos claves de la vida: el nacimiento (A girl, Big Baby), la adolescencia (Joung Couple, Youth), la adultez (In bed, Mask), la vejez (Two old ladies, Old couple), y cerrando el ciclo la muerte (Dead Dad, Old woman in bed). Los títulos de sus obras son impersonales o neutros: Una niña, Pareja Joven, En la cama, Dos mujeres, Anciana en la cama, no introducen ningún tipo de información a cerca de la figura representada, los espectadores no saben quienes son estas personas, como se llaman, de donde vienen o hacia donde se dirigen. Sin embargo, la combinación del perfecto realismo con la simplicidad en las figuras y el juego con la escala logran que el espectador experimente lo que sienten esas gigantes y pequeñas personas.

El público argentino tuvo la suerte de ver de cerca sus obras, en la primera exposición de este artista que se realiza en Sudamérica: Ron Mueck en Fundación Proa, que se desarrolla de noviembre de 2013 a febrero de 2014. La muestra resulta ser un blockbuster museístico con récords de audiencia, durante el tiempo que mantiene sus puertas abiertas el público recorre ansioso las salas del Proa, se escuchan risas, exclamaciones de asombro, se ven caras de repulsión, los niños no aguantan las ganas de tocar a esas esculturas, ya sean gigantes o pequeñas, que parecen estar dormidas a solo un instante de despertar. La obra más impactante es Couple under an Umbrela: una pareja de ancianos, recostados debajo de una gran sombrilla multicolor, ella sentada y él acostado con su cabeza reposando en uno de los muslos de la mujer; la postura y la textura son tan precisas -hasta los detalles de las uñas y as manchas de la piel de los ancianos- que parecen estar vivos a pesar de su enorme tamaño.

Esa es la gran virtud de las obras de Mueck, son capaces de brindar a los espectadores un espejo sobre el cual proyectar sus diversos sentimientos, desde el asombro a la repulsión, pasando por la diversión y la tristeza.
Quien alguna vez tuvo la posibilidad de ver en persona las obras de Ron Mueck sabrá entender por qué resulta casi imposible ignorarlas. Su trabajo con esculturas hiperrealistas, que distorsionan la escala real de lo representado, afecta la sensibilidad de los espectadores de las formas más diversas; sus inquietantes obras nunca pasan desapercibidas
, generando en el público una mezcla de fascinación y rechazo.

Mueck nace en 1958 en la ciudad de Melbourne Australia, es hijo de un matrimonio de inmigrantes alemanes. Alrededor del año 1982 decide radicarse en Inglaterra, donde desarrolla su carrera profesional. Actualmente tiene su estudio en el norte de la ciudad de Londres. Este artista es autodidacta no posee formación académica en Bellas Artes, aprendió trabajando como los viejos artistas-artesanos del renacimiento. Antes de ser reconocido por sus esculturas, se dedicó durante veinte años a los efectos especiales para el cine -incluso trabajó en el mítico film Labyrinth, con David Bowie-, también creo su propia compañía de utilería y animatronics para televisión y publicidad.

Pero al artesano no le alcanzaba con producir muñecos y estatuillas para la industria de la TV, el cine y la publicidad. Por eso decidió colaborar con su suegra Paula Rego produciendo pequeñas figuras humanas para una obra en conjunto, que se expuso en la Galería Hayward de Londres, en 1996. Se podría decir que su ingreso en el circuito del arte fue de la mano de Charles Saatchi, quien al conocer su trabajo comenzó a coleccionar obras de Mueck. En 1997 Saatchi lo invitó a ser parte de la legendaria exhibición Sensation de la Royal Academy de Londres, en la que también participó el colectivo de artistas Yung British Artist. En concordancia con el espíritu de la muestra, Mueck presenta su obra Dead Dad: una escultura hiperrealista del cuerpo muerto de su padre, que es dos tercios mas pequeña respecto de la escala natural, lo muestra desnudo y acostado sobre una tarima (es la única pieza en la que el artista utiliza su propio cabello para la confección).

La enorme polémica que genera la muestra Sensation -resumida por un crítico como realismo con venganza- y lo novedoso de las obras de Mueck, se conjugan para que su popularidad aumente exponencialmente. De hecho en el año 2000 se conviertió en el primer Artista asociado de la National Gallery de Londres (trabajando allí hasta 2002). Al año siguiente, fue invitado a participar en la Bienal de Venecia y expuso en el Arsenale su obra Boy: una escultura de cinco metros de alto de un niño agazapado, que solo viste pantalones cortos de color verde. Confeccionada en poliéster, resinas y silicona, ya había sido expuesta en 1999 en el Millenium Dome.

Es posible sumar algunos paralelismos más entre la práctica artística de Mueck y el movimiento renacentista. Ambos entienden el arte como imitación de la naturaleza, se busca lograr representaciones que sean lo más verosímiles posible. Así mismo, las temáticas que Mueck aborda en sus obras son reminiscencias de las temáticas renacentistas: la figura femenina (Ghost, Mask III, Woman with sticks), la maternidad (Pregnant woman, Mother and child, Woman with shopping) y el cuerpo desnudo (Dead Dad, Big Man, Wild Man, Man in a boat). Sin embargo, Mueck va más allá del mero facsímil, el juego de distorsión que realiza con la escala natural da como resultado figuras que crean una tensión singular entre lo real y lo fantasmagórico; las esculturas son tan realistas: la piel, las arrugas, el pelo, las uñas, los ojos, la ropa, están tan bien logradas que parecen estar vivas, solo les falta comenzar a respirar. Este hiperrealismo extremo es la causa de la fascinación que producen sus perturbadoras obras.

La manera en la que Mueck encara su trabajo es casi devocional, su máxima premisa es dedicar el mayor tiempo posible a cada una de sus piezas, siendo meticuloso y prestando atención a todos los detalles, incluso los más ínfimos como los poros de la piel, las venas, o el bello púbico. Reticente a los contactos con la prensa, trabaja casi en soledad en su estudio de Londres, utilizando materiales clásicos como el barro y los acrílicos, que combina con otros novedosos como la silicona, el poliéster, las resinas y la fibra de vidrio. Sus años de trabajo como artesano no fueron en vano, se condensan en el realismo que obtienen sus representaciones.

Continuando con el análisis de sus obras, se observa que por lo general Mueck decide interpretar figuras humanas que transitan por los momentos claves de la vida: el nacimiento (A girl, Big Baby), la adolescencia (Joung Couple, Youth), la adultez (In bed, Mask), la vejez (Two old ladies, Old couple) y, cerrando el ciclo, la muerte (Dead Dad, Old woman in bed). Los títulos de sus obras son impersonales o neutros: Una niña, Pareja Joven, En la cama, Dos mujeres, Anciana en la cama, no introducen ningún tipo de información acerca de la figura representada. Los espectadores no saben quiénes son estas personas, cómo se llaman, de dónde vienen o hacia dónde se dirigen. Sin embargo, la combinación del perfecto realismo con la simplicidad en las figuras y el juego con la escala logran que el espectador experimente lo que sienten esas gigantes y pequeñas personas.

El público argentino tuvo la suerte de ver de cerca sus obras, en la primera exposición de este artista que se realiza en Sudamérica: Ron Mueck en Fundación Proa, que se desarrolló de noviembre de 2013 a febrero de 2014. La muestra resultó ser un blockbuster museístico con records de audiencia, durante el tiempo que mantuvo sus puertas abiertas el público recorrió ansioso las salas del Proa. Se escucharon risas, exclamaciones de asombro, se vieron caras de repulsión, los niños no aguantaban las ganas de tocar a esas esculturas, ya sean gigantes o pequeñas, que parecían estar dormidas a solo un instante de despertar. La obra más impactante fue Couple under an Umbrela: una pareja de ancianos, recostados debajo de una gran sombrilla multicolor, ella sentada y él acostado con su cabeza reposando en uno de los muslos de la mujer; la postura y la textura son tan precisas -hasta los detalles de las uñas y as manchas de la piel de los ancianos- que parecen estar vivos a pesar de su enorme tamaño.


Esa es la gran virtud de las obras de Mueck, son capaces de brindar a los espectadores un espejo sobre el cual proyectar sus diversos sentimientos, desde el asombro a la repulsión, pasando por la diversión y la tristeza.


Foto: Máscara II, Anthony d'Offay, Londres

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