Sherman y Prince en el Malba



En plena ebullición cultural en Nueva York, allá por los años 60, Cindy Sherman y Richard Prince decidieron anclarse en la gran manzana para probar suerte. Medio siglo después son indiscutidos fotógrafos contemporáneos que critican con gran eficacia los estereotipos relacionados con el rol de la mujer problematizando sobre los medios de comunicación y la decadencia moral norteamericana.
El segundo piso del Malba se divide en dos. A la izquierda se agrupan las obras de Sherman. A la derecha, las de Prince. A simple vista, varios son los puntos en común entre ellos. Sin embargo, si nos detenemos a analizar cada una de sus obras podremos reparar que si bien los motivos son similares, en el fondo se persiguen diferentes intereses y modos de producción y de representación.
Sherman se encarga de hacer carne sus batallas. En cada una de sus series busca visibilizar su repudio hacia  de los cuerpos femeninos photoshopeados que muestran las revistas de moda y la publicidad, las expectativas con respecto al rol de la mujeres, así como también la violencia y la opresión de la que son víctimas. Pero no lo hace de cualquier modo. Es ella misma la que se retrata, se disfraza, se exagera y posa para la cámara.
La directora de cine y fotógrafa no deja ningún detalle librado al azar. Sus encuadres son perfectos. Imagina la escena, dispone la luz, el recargado maquillaje, alista las prótesis, se ubica y ¡boom! Se dispara la foto y en ese instante y para siempre se congela el gesto. El gesto de señalar con todo el cuerpo lo que está mal, lo que tiene que cambiar. Así monta la escena de cada uno de sus retratos, las temáticas varían, su técnica y gracia se mantienen estoicas.  Da igual quién saque la fotografía, siempre y cuando los excesos estén dispuestos. 
Prince elige otra forma de representar. Su gracia es encontrarle la veta polémica al asunto. Ajeno al mundo del arte, al fotógrafo le llamaban la atención las imágenes publicitarias, los productos de consumo masivo, los comics, y lo que le gustaba de todo aquello, lo retrataba y se lo guardaba. Así generó una colección metadiscursiva. Eran las imágenes de las imágenes. Seleccionaba una ilustración, por ejemplo, la mítica del cowboy de Marlboro, la ampliaba y le sacaba una fotografía evitando la marca. La mandaba a imprimir en gran escala y luego la exponía como propia. ¿Copia? Claro que no, eso era apropiacionismo. Hoy lo hace con las capturas de pantalla de cuentas de Instagram.
Esa rara acción de mezclar lo antiguo y lo moderno donde, bajo la influencia de la cultura popular y los medios masivos de comunicación, se tomaba prestado algo y se lo reconfiguraba como nueva obra de arte, es lo que a partir de los 80 se conoció como apropiacionismo. Y hablando de gesto, el gesto de Marcel Duchamp se vuelve inspiración, una vez más. Prince, en este caso no sólo generó nuevas piezas de arte que fueron expuestas en varios museos, sino también varios litigios que, hasta ahora, nunca perdió.
La muestra podrá recorrerse hasta el 29 de octubre en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415 de miércoles a lunes de 12 a 20hs.


Reseña publicada por Not Your Mama en 2018





Fotos: Malba

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