Ejercicio crítico: Entrevista a Marina De Caro para la UNA.


Entrevista realizada a Marina De Caro en 2015, en el marco de un ejercicio crítico para mi facultad, la UNA. Marina muy generosamente me abrió las puertas de su casa y de su universo.  Charlamos mucho y toda esa información me permitió luego editar lo que se puede leer a continuación. Siempre es un placer escucharla. Su arte es poesía. 


Desde un principio, De Caro buceó submundos en busca de la expresión personal: el de la moda, el del dibujo, el de la pintura, el de la escultura, el del arte. Esa expresión que le permite al espectador, aunque sea por un momento, abstraerse de aquellas verdades heredadas y naturalizadas para dejarse llevar y pensar que quizás las cosas también podrían ser de otra manera. Si bien a veces reniega de que se la tenga en cuenta sólo en relación al arte textil, Marina De Caro reconoce la intrínseca relación entre la moda y las prácticas artísticas y la celebra, no sólo con su obra sino también con su discurso.




-Tu arte evidencia contenido textil y de indumentaria, ¿por qué pensás que eso es todavía concebido, en muchos casos, como diferente del arte más tradicional?
 -Quizás porque pertenece al campo más femenino y eso ya de base no rankea, y además la tela no es el mármol, no tiene permanencia, se desgasta. Por otro lado, a esta altura me parece que es ignorancia, porque antes podía darse que no se conociera tanto la relación entre una disciplina y la otra, pero ya no. A veces veo a algunos fotógrafos y pienso, nunca vieron fotografía de moda. Porque si bien la relación fotografía y cine es ya bien conocida, la relación con la moda acá parecen ser instancias menores. Quizás también influye el hecho de que en las revistas de moda antes te aparecía un Man Ray y la calidad o el concepto de hoy en día distan mucho de eso.

-Visualizás un quiebre en algún momento de la historia en las revistas de moda y su relación con el arte…
-Sí, de hecho en la ABM (Asociación Biblioteca de Mujeres), donde doy clases, tienen un archivo increíble de libros y revistas hecho por mujeres y para las mujeres y siempre me llamó la atención un libro viejito sobre las tapas de Vogue y la verdad, eran geniales. Cada tapa era un viaje completamente diferente, hecho por un artista visual, pero después en los ´70 eso cambia, se estandariza. Lo prioritario pasa a ser la cara o respetar la misma tipografía abarcando lo comercial y relegando lo creativo. El acento cambió, la idea es ya de un producto. Ahí lo que afecta es la situación del mercado. En el ámbito nacional no existe un capital que pueda invertir en eso. A su vez los diseñadores tampoco tienen ese capital.

-Hay algo de la moda que el arte, y en general gran parte de la sociedad, rechaza o no legitima. ¿Qué concepción tenés al respecto?
-A mí me encanta la moda. Pero acá hay prejuicio con eso y aparte las revistas de moda se ocupan de achatar el contenido, ves producciones que son increíbles y en general los discursos que se desprenden no condicen con el caudal creativo y narrativo que tienen algunos diseñadores.

-En uno de los textos del libro catálogo de la muestra en el Mamba explican que tu legado familiar viene de la arquitectura y el diseño. ¿Qué injerencia tuvo esa realidad en tu arte?
-Sí, mis padres eran arquitectos y conozco mucho el diseño. Mi mamá es hija de peleteras y ella era quien ayudaba a mi abuela a coser. Lo hacía perfectamente y a mí que me gustaba mucho el diseño, me mandaba a hacer súper vestidos. Hay algo de la moda que nos encantaba, consumíamos moda y me enseñaba a coser de una forma muy particular. Era una época donde las modistas eran figuras.

-¿Cuál era esa forma particular?
Ella tenía la intención de que yo aprendiese pero sobre todo que entienda de qué se trataba eso y en qué consistía la técnica, entonces no me ensañaba a hacer moldes en base a otros moldes, sino me explicaba por qué el molde del pantalón tenía tal curva, a qué correspondía y así yo entendía que había un volumen que era de esa forma, entonces podía luego crear y generar distintas piezas con cualquier tela. Era pura experiencia, porque si bien entendés la lógica, la puesta en práctica cuesta pero luego llega un punto en que sale y te liberás de lo estandarizado.


-Y ese conocimiento se volvió herramienta a la hora de crear. ¿Cómo fueron tus primeros pasos en el terreno de la moda y el arte?
-Estudié Historia del arte en Filosofía y Letras y cuando fueron las bienales de arte joven, yo tenía 29, era el último año que me podía presentar y me presenté a todo: arte y moda. Quedé seleccionada en moda, pero todo ese ambiente es muy cholulo, y de repente empecé a tomar nombre pero a partir de las revistas Para ti o la tele. Para los artistas yo era diseñadora, y para los diseñadores, yo era artista.

-¿Cuándo decidiste correrte de ese mundillo y establecerte en el arte visual?
-En un momento dije basta de la moda. Tomé la decisión de correrme porque no me interesaba cómo era y cómo se daba el proceso de producción de la idea, ese pasaje no me gustaba tanto. Y además en la moda necesitas estar a tono con lo que se está haciendo, no podes irte tanto. Hay una bajada que no podes evitar, se tiene que estar siempre detrás de aquellos que imponen o cierto textil, o cierto corte o cierto diseño, uno no se puede adelantar porque simplemente no hay absorción de eso. Y yo me di cuenta que no, que no lo iba a poder hacer, y ahí fue.


-Sin embargo, en tu arte casi siempre hay un anclaje textil. Te alejaste del ámbito pero no de sus materias primas. Cómo siguió tu camino al correrte del ambiente de la moda.
-Con toda la gente que habíamos estado en la bienal, nos llamaron para hacer un desfile en el Borges y con la llegada de la democracia la fundación Banco Patricios comenzó a realizar proyectos multidisciplinarios como por ejemplo 90-60-90, en donde había música y moda, plástica y moda, ampliaron el espectro. Los desfiles eran maravillosos, convocaban mucha gente.

-¿Y qué presentaste en esa oportunidad?
-Pensé que en vez de hacer un desfile, podía plasmar el concepto y donde el desarrollo pasa a ser una sensibilidad de la piel. Entonces cubrí a todos los modelos con textiles y sólo pasarían objetos de moda, una réplica de un Cartier o una cartera que habían sido diseñados bajo ese criterio: blanco y negro y geometría. Lo que sucedían eran esos cuerpos, con esa sensibilidad desfilando esos productos.

 -A pesar del tabú por la moda en los museos, ¿por qué pensás que tu arte lo trasciende y en los salones aparecen tus figurines o tus prendas tejidas?
-Eso depende de la vista de cada uno. En mi trabajo hay un poco de todo. En realidad, todo empezó única y exclusivamente por Guillermo Kuitca. Yo estaba en un momento re perdida, me había ido de la moda, no sabía qué hacer, y me entero de la convocatoria para la beca Kuitca. Si bien las anteriores habían sido de pintura, dije, bueno, por lo menos presento las fotos que sacamos con Marcos López en ocasión de una película que habíamos hecho juntos, y la intención era que el jurado conozca lo que hacía. Y justo en esa beca él abrió el espectro y mis fotos entraron. Entonces fue Kuitca, de alguna forma, quién legitimó mi producción, él me legitimó. Esa fue la oportunidad para que no me quede boyando. Igual la gente me conocía por la moda, de hecho cualquier cosa relacionada con lo textil era sinónimo mío. Iba a una fiesta y aparecía una bufanda y ya era “Marina, ¿es tuya esa bufanda?” Era como que la moda y los tejidos eran solamente míos. ¡Y me sigue pasando!

-¿Pero lo sentís como una reflexión negativa?
-Lo que pasa es que creo que en mi trabajo hay un poco de todo. También veo que en general hay artistas  que son muy buenos diseñadores y no tanto artistas plásticos y cuando se les menciona esa virtud en el diseño, un poco reniegan de ello, y me pregunto ¿por qué será? ¿Qué problema hay con ser diseñador y ya, no?

-Además, hay muchas similitudes entre una práctica y otra.
 -Muchísimas, de hecho hay una anécdota de una diseñadora que había ganado un concurso con una cartera, y una reconocida revista de modas, creo que era Vogue, le había pedido publicar su cartera. Ella da un precio de la cartera, pero sin embargo cuando la publican lo hacen con el precio quintuplicado y la gente igualmente se las compraba. Luego ella hace un rastreo para ver si le daban uso a esa cartera o qué, y se dio cuenta que la gente no la usaba, simplemente la habían adquirido como una pieza, como un cuadro o una escultura que uno puede comprar. Son objetos artísticos y de diseño.

-¿Qué diferencias encontrás entre un ámbito y el otro?
-Creo que una diferencia es la producción en serie que el arte no suele tener y ahí es cuando se involucra la industria.  En el arte aparece lo múltiple, pero son pocos, no es que hacés un seriado, porque carecería de su función. En la moda hay como un comienzo que está íntimamente involucrado con el arte. Los desfiles nadie puede negar que son ultra performáticos, es como que no hay más discusión.  Sobre todo cuando uno repara en que es más interesante como manifestación artística, el concepto que tiene detrás, la idea que lo generó que el producto en sí, pensando sobre todo en este mundo tan caótico… es casi como un delirio. Y eso también sucede un poco en el Arte, cuando ves la parte del mercado, es una locura. El mercado hace que se pierda el sentido de lo que se está pensando porque es simplemente una puesta en escena de una crítica al status quo. Siempre es una expresión, me da lo mismo si es con moda, o con arte plástico.


Gracias infinitas, Marina

Fotos:Registro de su serie Binarios.

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