Las Vidas de la Moda del Siglo XX

Segunda entrega


El arte y la moda: sus inicios. 


Arrancado el siglo XX, los diez años entre 1910 y 1920 fueron trascendentales para el devenir de la moda. Por un lado, en relación con la morfología de las prendas y, sobre todo, con la primera gran liberación femenina: la erradicación del corsé. Por otro lado, el surgimiento concreto del vínculo entre arte y moda. Paul Poiret fue la figura central de ese período. Dictó los lineamientos del momento y habilitó un nuevo modo de hacer moda en comunión con el arte. 


Retrato de Paul Poiret en su época de mayor esplendor


El diseñador parisino del corazón de París (como se describe en su autobiografía), hijo de un comerciante de telas cuyo local estaba a unas cuadras del Louvre y de una madre con la que disfrutaba mucho salir de compras, pasaba sus días entre el colegio, el teatro, su pasión por el dibujo y la moda. El arte, desde siempre, lo acompañó en cada momento de su vida, al igual que la moda. Desde muy chico hojeaba catálogos y diarios para encontrar información sobre las tendencias del diseño. 


Paul Poiret de joven, 1898

Comenzó trabajando en una casa de confección de paraguas gracias al contacto de su padre, pero duró poco. De hecho, ocupaba su tiempo confeccionando pequeños trajes y vestidos que él mismo diseñaba con los sobrantes de seda y los probaba sobre el maniquí que le habían regalado sus hermanas. Luego da el primer salto y se decide a realizar sus primeras creaciones que las ofrece en la casa Raudnitz-Soeurs. Ese fue el principio de todo su éxito. 

A partir de ahí, se hizo conocido en el mundillo de la moda y cada vez que iba a pispear las reconocidas casas Doucet, Rouff, Paquin o Worth, era bien recibido. Un día, en 1896, el Señor Doucet le propone trabajar exclusivamente para su firma. Poiret acepta y trabaja con él por algunos años hasta que tuvo que participar del servicio militar y, al cabo de dos años, volvió a la alta costura en manos de la Casa Worth. 

En esa oportunidad, lo convocaron para diseñar piezas más simples y prácticas porque ya el aire más de libertad se percibía en las prendas. Ese sería el último encargo. En 1903 abrió su local en el número 5 de la calle Auber y comenzó su camino como diseñador referente de toda una época. 


Primera tienda de Paul Poiret en la rue Auber


Referente porque fue Poiret quien toma una de las decisiones más relevantes en cuanto al vestir femenino: liberó a la mujer del corsé: "En ese momento se llevaba todavía corsé. Le declaré la guerra. Naturalmente, siempre he visto a las mujeres preocupadas por sus atributos y procurando disimularlos o repartirlos. Pero aquel corsé las partía en dos bloques distintos: por un parte, el busto, la garganta y los senos; por el otro, la parte trasera por completo, de manera que las mujeres, divididas en dos lóbulos, tenían el aspecto de tirar de un remolque. Era casi una vuelta a la tortura. Como todas las grandes revoluciones, ésta se hizo en nombre de la libertad, para dar libre curso al movimiento del estómago, que podía dilatarse sin medida". Así propuso el uso del sostén, corpiño, que luego tuvo muchísimo éxito.



La transformación Poiret, por Delia Cancela


Si bien nos liberó de la torura del corsé, sus diseños trababan las piernas con las faldas estrechas. 
El estilo del momento, a juego con el aire de liberación encarnado en la abolición del corsé, estaba inspirado en lo oriental. Los colores se volvieron llamativos, chillones, bien estridentes, dejando de lado las paletas pálidas tan de moda hasta ese entonces. Las prendas se volvieron más suaves, las faldas más estrechas y surgieron los pantalones tipo de harén. 



Vestido de noche creado por Poiret. Exposición de las Artes Decorativas, 1925. (Ilustración
 L´Art et la Mode, 29 de agosto de 1925)


Josephine. Dibujo del álbum Les robes de Paul Poiret, racontées par Paul Iribe, 1908.


La silueta femenina era la de un triángulo invertido. Los botones, que se volvieron protagonistas, desplazaron al encaje. Otro gran hito de esa década fueron los escotes en "V" que reemplazaron los altos cuellos. Los trajes sastre se instalaron gracias a su comodidad y practicidad sobre todo en relación con las tareas que realizaban las mujeres por consecuencia de la primera Guerra Mundial. 

Poiret fue uno de los más revolucionarios y creativos diseñadores de comienzo de siglo. Su estilo podía verse en cortes simples y de tipo imperio. Sus elegidos eran los escotes profundos, el talle alto, las túnicas, las faldas, los amplios pantalones, las babuchas oriental y los kimonos. "En su afán de iluminar la moda, Poiret fue más allá. Su ropa estaba bordada sobre lanillas excéntricas de cachemira, con hilos de oro y plata y también las suntuosas capas de piel con cintas y accesorios de pasamanería que seguían la línea típica de Poiret: volumen, grandes mangas y amplitud de kimono lograda con géneros de caída blanda y pesada que llegaban hasta las caderas", explicó Felisa Pinto en su Moda para principiantes, imprescindible libro con ilustraciones de Delia Cancela. 

Pero más allá de su capacidad creadora y ese espíritu de genio que lo acompañó hasta el final de sus días, Poiret respiraba arte. Su local se caracterizó por montar temporada tras temporada vanguardistas vidrieras que convocaban a todos los transeúntes de parís a entrar y maravillarse. Su ámbito social siempre albergó a artistas visuales y de la danza y acompañó el clima de época, porque ya se sentía lo que las primeras vanguardias artísticas estaban incubando. 

En 1908 produjo Les Robes de Paul Poiret racontées por Paul Iribe. Los trajes de Poiret se contemplaban como verdaderas obras de arte bajo el diseño de Iribe. Cada ejemplar firmado y numerado se vendió a 50 francos y algunos se exhibieron en exposiciones de arte como "Le Salon d´Automne" en 1909 y 1911. Así, la moda y el arte comenzaban a consolidarse. Luego en las próximas décadas veremos una explosión artística de la mano de Elsa Shiaparelli. 


Poiret probando un modelo en 1920 retratado por Delia Cancela.


¡Hasta la próxima entrega!

Fotos: Moda para principiantes, Felisa Pinto y Delia Cancela. Vistiendo la época, Paul Poiret. 



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