Las Vidas de la Moda del Siglo XX
Las Vanguardias Artísticas en la Moda
Cuarta Entrega
La década de 1930 fue caracterizada por una variable que la atravesó de principio a fin: el arte. El arte se configuró como punto de fuga crucial en ese momento, el período de entreguerras, habilitando infinitas posibilidades de construcción cultural que tematizaron sobre los avatares producidos por el contexto bélico.
En ese marco, las primeras vanguardias históricas se afianzaron dando lugar a un sinfín de producciones artísticas que decodificaron el espíritu de la época. El cubismo, el futurismo, el dadaísmo, el suprematismo y el surrealismo, entre otros movimientos, configurando el devenir cultural, se manifestaron en variados ambientes culturales. La moda no fue la excepción. El vínculo con el arte se consolidó a partir del trabajo en común de artistas plásticos y diseñadores. El máximo exponente fue la dupla conformada por la diseñadora Elsa Schiaparelli y el artista Salvador Dalí.
Elsa Shiaparelli, la italiana que revolucionó el modo de hacer moda, fue fundamental en el devenir del diseño de indumentaria. Por un lado, su éxito recae en la capacidad renovadora de aportarle al diseño una cuota conceptual y experimental novedosa para el momento. Por otro lado, el gesto artístico de concebir sus colecciones en comunión con artistas plásticos y de mostrarlas en clave rupturista. Rupturista en relación con sus diseñadores contemporáneos que abordaban la moda desde una perspectiva más clásica, como fue Madeleine Vionnet y Cocó Chanel.
Sin embargo, lo influyente y vanguardista de la propuesta de Schiaparelli está relacionado con el legado que fue y aún es retomado por otros diseñadores. La casa Shciaparelli, que volvió al ruedo en 2013 de la mano de una colección cápsula diseñada por Christian Lacroix, propone, colección tras colección,una suerte de cita constante al espíritu original de la marca. Sus diseños se confeccionan retomando los lineamientos generales de 1930, las combinaciones de diferentes géneros en morfologías exageradas y la paleta de colores que incluye el color rosa schiap, ese fuccia rabioso que se volvió marca registrada. La firma Prada también se caracteriza por revisionar el legado de Schiaparelli y configurarlo en clave siglo XXI.
De igual modo, los guiños al surrealismo se renuevan temporada tras temporada. Ese movimiento de vanguardia se basó en lo inconsciente, los sueños, y la libertad creativa, una suerte de asociación libre según las palabras de André Bretón: “Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar tanto verbalmente como por escrito o de cualquier otro modo el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, con exclusión de todo control ejercido por la razón y al margen de cualquier preocupación estética o moral”.
El movimiento surrealista, a partir del universo onírico, compuesto de yuxtaposiciones, simultaneidad y montaje de objetos en diferentes escalas configuraron universos plásticos que aparecieron también en el diseño. La italiana abordó el vínculo entre arte y moda desde lo más profesional de su actividad ya que actualizó técnicas y modos de hacer artísticos en casi toda su producción. Así el surrealismo se percibió en las colecciones diseñadas con Dalí. El vestido blanco de organza con el dibujo de la langosta pintado a mano en el frente es inolvidable de 1937, al igual lo es el sombrero zapato.
Al año siguiente, en 1938, Schiapaelli lanza la colección Circus, descripta por la misma diseñadora como la colección más audaz y tempestuosa. En este caso, lo destacable es el modo en que la presentó, otro guiño más al arte. En sintonía con los actos performáticos que se comenzaban a realizar en el ambiente artístico de la época, la presentación fue montada con un desfile nada común para el momento. Contrató al circo de Barnum & Bailey (famoso circo norteamericano) y Grock (típico personaje circense del momento), que, entre otros saltimbanquis, magos y clowns recorrieron su atelier en medio de bailes frenéticos y saltando de un lado para el otro, rodeados de elefantes, caballos y monos. Una de las telas que caía de la escenografía advertía “Cuidado con la Pintura”.
Schiaparelli montó un ambiente que recreó el clima festivo y excéntrico propio del circo y donde se vieron, entre otros hallazgos, globos a modos de carteras y sombreros con forma de cono de helado. Nada más lejano a los desfiles clásicos del período, donde la clientela se apoltronaba en el salón del diseñador y contemplaba los diseños que eran portados por modelos que iban y venían recorriendo el salón. En contraposición y fiel a su estilo y convicción, Schiaparelli destiló arte desde su costado más instintivo, enfocado en el deleite y sobre todo para dejar en claro el potencial artístico de la moda.
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