LAS VIDAS DE LA MODA DEL SIGLO XX

Sexta Entrega

El milagro Balenciaga


La quinta década del Siglo XX fue testigo del New look pero también del austero, "sencillo" y cómodo estilo Balenciaga. Un estilo que destacó por la perfección en el corte y confección, por sus líneas creativas y que aportó un novedoso vínculo del cuerpo con las morfologías vestimentarias. Creó siluetas holgadas que no dependían de artilugios extra (como el corsé u otra ropa interior) para modelar el cuerpo. La paleta de color fue también marca registrada que, en estrecha relación con su técnica quirúrgica, lo catapultaron a la fama. "La alta burguesía vestía con el estilo del New Look que Christian Dior había lanzado en 1947, con vestidos de cintura de avispa, vuelos en las faldas y zapatos de tacón de aguja, mientras la aristocracia prefería a Balenciaga", explicó James Laver. Esa dicotomía, en relación con los dos estilos antagónicos, fue característica de la década de 1950. El cuello redondo, incluso muchas veces las prendas sin cuello, se opusieron a los escotes bien entallados de su colega francés, al igual que las cinturas sueltas y sin cinturón resistieron las tiranas cinturas de avispa. 

                                            

En relación a su paleta de color, el negro despuntó por sobre las posibilidades cromáticas, de hecho, el negro Balenciaga debería ser un tono pantone: "un negro absoluto, un negro español, al lado del cual todos los negros son grises", citó Felisa Pinto. En simultáneo, creó piezas en tonalidades más claras, como los champagne, los  amarillos, los verdes claros y los rosas, abusó de la paleta de pasteles y no descuidó las gamas de azules y violetas. Los tejidos pesados y rígidos le fueron significativos a la hora de experimentar nuevas líneas al igual que sus opuestos, como el tafetán de seda o el gazar (un género de seda tipo panamá, muy fino pero con perfecta caída sobre todo para faldas, si bien sus grosores varían, la textura al tacto es suave) que solía adquirir en la firma Abraham. También utilizó gabardinas, tweeds y satenes. Sus vestidos oblicuos ofrecieron atavíos con volumen sin establecer ni condicionar una silueta específica y propiciando así una línea morfológica abstracta. Lo interesante de ese aporte no sólo radica en la simpleza y belleza de sus cortes, sino, justamente, en el legado que luego fue retomado por otros diseñadores como Rei Kawakubo quien siguió explorando  y tensionando las posibilidades de las técnicas y los géneros para dar lugar a un modo opuesto al habitual perfilado del cuerpo. 

                                                            

El estilo Balenciaga caló hondo en el devenir de la historia de la moda. Victoria Lescano lo rememora en su Followers of Fashion: "Una mujer no necesita ser bella ni perfecta para llevar mis vestidos, el vestido lo hará por ella" y agrega de su puño: "así fundamentaba las técnicas bautizadas el milagro balenciaga. Dicen que cuando en 1968 cerró su casa, la condesa Mona Bismark se encerró en su habitación durante tres días". La influencia Balenciaga está en los nuevos modos de consumir moda, en el nuevo lujo, en lo austero y bello, en lo simple y perfecto, en el color absoluto y en la destreza. "En San Francisco, en una reunión en la que coincidí con Dior, éste, admirado por el traje sastre que yo vestía, me dijo:<Ningún otro más que Balenciaga podría haberlo hecho más perfecto>" Bettina Ballar en Balenciaga, de Marie-Andreé Jouve citado en Followers of Fashion. 









Imágenes: Moda, colección del Instituto de la Indumentaria de Kioto. 


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